Mi cuerpo sexuado me remite a una categoría y a
un rol aceptado, donde la estética como objeto de culto y fiebre, impone ritmos
y prioridades, y a la vez, vuelve común e invisible. Pues la lógica binaria sin
ponderaciones de: si-no, útil-inútil o dentro-fuera, excede los limites
geográficos y marca el principio y fin de un pensamiento preocupado por usar
una tanga, y salir con ella a la calle, aunque se le oculte bajo unos
pantalones.
La corporeidad del deseo por caminar por la
calle, desvergonzada, sucedió mientras soñaba que pintaba entre la profundidad
y las sombras del lenguaje, de forma fulgurante y dolorosa, ya que ante mis
quejas, me ahogue en mi propia saliva y sin arreglo posible, fui señalada
culpable, al ser normal la superficialidad del sexo y un rumor el respeto.
Sugerente, fue mi propio riesgo: el común
denominador de los comentarios de las de mi mismo género; como si mis actos no
fueran susceptibles de imitación. Asumo ninguna usa lencería diminuta de encaje
ni camina sola por ninguna calle.
La paradoja de los sentidos es la simultaneidad
de lo indócil. Esa dualidad profunda, secreta y enterrada de paradas y
descansos, que sólo observas mientras flotas. Lo bueno es que a mí me gusta
volar, soy una existencialista irredimible, y me gusta usar tanga como comer
nachos en lugar de palomitas en el cine, sin mayor argumento que: ¡Me dieron ganas!
Comentarios
Muchas gracias y felicidades por tan bello blog.
La sociedad tiene los cánones tan definidos que cuando algo o alguien se salen de norma, parece que sea por fuerza algo malo y/o no deseable.
Me gusta como escribes y te doy las gracias por tus opiniones.
Besos.