
Hace días que tengo nauseas y mucha hambre, por
lo vomitivo de los amores enfermizos con placebos y autoengaños, y la ansiedad
de haber sido parte de. Me controlo recordando y comiendo una que otra galleta.
Las fugas entre nosotros siempre fueron tan fáciles, que volver la vista y
encontrarte lejos es una rutina, pero el mantener el entusiasmo: la novedad.
Me gustaba tanto tu rostro atento y saber que nos
quedamos sin conversaciones reales con cara de hartos, cuando nos devorábamos
con los ojos, los oídos y los labios, con un rayo de luz desde la ventana en
días pegajosos: es utópico.
Este año me hiciste inmune con cada una de tus
contestaciones hirientes e idiotas. Nunca me impresioné con tus aires de
grandeza ni con tu plata, menos con tu "éxito social"; era un amor loco sin afán
de notoriedad, agotador, curioso, exhaustivo, inestable, callejero, renuente,
sinsentido pero real, muy real.
Haber sentido tanto y ahora ser sólo una que otra
moronita en el suelo es tan extraño, como hacer el pensamiento claro enmedio de
la oscuridad.
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