
Lo creí estrella. Estático punto nocturno
desperdigado en el manto cual estela de fuego. Lo apresé en una efigie de goce
cuyo reflejo helaba mi cuerpo. Ese fue mi error, creerlo perfecto. Fue un
sólido pensar que no me dejo ver más allá. Una voz turbia que cuando me llamaba
por mi nombre me hacia abandonar mi propia lucha, quererle amar en exclusiva.
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