Como
les conté ayer, de una charla entre mis amigas la nota morbosa fue la vida secreta de nuestras madres, por lo que me quede pensando en lo “dramático” que
pueden parecer los secretos. Pero antes de contarles más, debo aclarar que soy
una persona sumamente eclética, me gusta fluir y todos los problemas con mi
mundo interior se condensan en mi tesis de Maestría. Sí, para que vean lo
dañada que estoy, les cuento que hice un estudio sobre el lenguaje a partir de
las matemáticas para establecer que no hay un orden estático, clausurado,
cerrado y limpio en la conceptualización de las palabras y mucho menos en los
términos jurídicos.
Por
ello, en mi mente convive la posibilidad de que toda frontera es difusa,
incierta e inventada; y las conjugaciones verbales de presente, pasado y futuro
sólo son un deslinde para la debida convivencia o una tortura con la marca
indeleble y sofocante del antes y el después, cuyo sustento es acercar y
retroceder de forma irregular y desnivelada. Así que para mí, no es raro que
algún humano quiera instalarse en el momento que más disfrutó en la vida y
quiera que sea únicamente suyo.
Sí,
aunque Facebook, twitter, Instagram, Linkedin, Google+, Flicker, Pinterest
y YouTube están diseñados para compartir nuestra vida en volumen
exponencial, habemos humanos que no detallamos nuestras 24 horas aunque
tengamos un blog. Hay cosas, momentos, detalles o vivencias que son sólo mías,
con su goce y su desdicha. Quizás soy egoísta, pero son sólo míos, donde me sé libre y no me ciño a
ningún guion ni finjo ser perfecta. Las fugas, aunque sean mentales son fáciles
y hasta necesarias.
Idealizar
la perfección hasta en nuestras madres es un gran error. De hecho creo que sus
errores no sólo las hacen más humanas sino increíbles de saberse aventureras,
de haber amado. Así que si Google reconoce el derecho al olvido, yo pugno por
el derecho a los secretos y ninguno de ellos menoscaba el amor y cuidado que
tuvo una madre.
Al
final es el tiempo, implacable, quien abraza hasta abatir y en una de esas, el espejo retrovisor es el único testigo del 100% de nuestra vida; pero bueno, sigamos
trabajando, esperando a que sea lunes y contesten mis llamadas y correos. Sean
felices.
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