Quien
me conoce dirá que tengo un peculiar gusto por las cosas inservibles y una excesiva indiferencia hacía las actividades
productivas, pero la verdad, no existe una persona que pase una mañana conmigo
y no se ponga a reír. Y no porque sea comediante sino porque mi mente fragua
constantemente como escapar de la rutina y suelo encontrar los lugares más cómodos
y cálidos de la ciudad.
No
sé vivir sin brillo en los
ojos.
De niña mi vida fue tan
aburrida que me inventé una de colección y desde entonces escribo. Escribir fue
la mejor forma de huir de los regaños de mi madre. En todas mis historias fui
quien quise ser, así que después de huir de casa de mis padres, me juré no ser
un mueble inanimado, aletargada en una realidad sobria por el miedo a sentir.
Soy curiosa a rabiar.
Ansiosa, vagabundeo al borde
de la devoción, con una paciencia muda en busca del momento o lugar para
suspirar. Sí, quien me conoce sabe que la paso suspirando y soñando. Hoy por
ejemplo, me pasé de la estación del metro porque me distraje imaginando cómo
serán las cosas, esas que tengo planeadas para el 5º Aniversario.
Sueño tanto como respirar.
Amo vivir y amo amar. Soy
adicta a sentir, pero entiendo que no todos saben amar y menos entregarse a
sentir. Entregarse
no es fácil, es un arte que aprendes tarde, hasta que entiendes y olvidas la
tentación de los adjetivos, el orden y el recato. El amor cobarde me enferma. El amor cobarde es famélico. El amor cobarde es mediocre y
nada como enamorarse de quien no sabe luchar, para ahogarte, dopada de
ilusiones muertas.
Ser feliz no debería ser un
lujo.
Por
eso voy por la vida endosada a mis ganas, y al mirarme a distancia, sé que soy
parte de algo sublime, sin importar que donde se alojan todas mis lágrimas
tenga código postal.
Tengo
el vicio de sentir y no pienso renunciar.
¡Los
quiero! Sean felices
Dato morboso: Recuerdan el Plan B de la sede, pues ahora tenemos dos sedes, si, a veces pasa, primero nadie quiere y luego... #ChisteLocal
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P.D.
Quizás este sea el post más malviajado de la serie. Te doy permiso de
observarme 366 días (es año bisiesto) en mi camino por ser emprendedora. Va la
canción del post. ¡¡Los amo!!
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