Sé
que piensan soy una persona lógica, comprensiva, llena de opiniones sin
vergüenza ni ataduras. Quien suntuosa, encanto y altiva, te invita a ser testigos VIP del día a día, y sin planearlo, me convierto
en un
modelo aspiracional por mi ejemplo de entrega y coraje, pero
¡aquí hay una errata! De hecho tengo
un Doctorado Honoris Causa en equivocarme. Porque la vida no se trata de ser “buena
persona” para merecer el amor, la vida se trata de disfrutarla mientras aceptas
y amas tus errores. Aceptar un error no es pagar una renta vitalicia mientras
intentas saldar deudas, ni cual carnicería, destazarte para darle asilo a la
surte, tu suerte.
La corona de todos nuestros
males es el vicio de pretender ser perfectos y ofrecer resistencia al error
como camino y escuela, cuando el miedo respira a sus anchas hasta cual
adherencia natural, hacernos equivocar: una, otra, otra y otra vez. Así los márgenes
de error, las suposiciones y el miedo a las reacciones son el escenario del
terror, donde dialogas con frases gastadas y reproches estandarizados para clasificar(te)
y poner un nombre: ¡Mierda!
El error es pensar que puedes
ir ligero de angustia por no intentarlo. El error es ser una vida desperdiciada
por el maldito capricho de no salir del cascaron, por comodidad o peor aún, por
costumbre. El error es dejar caer la voluntad con la memoria saturada para
reducir la tentación de la (tu) segunda oportunidad. El error es un ajuar pesado porque significa no conformarte
con el engaño de las apariencias ni las lamentaciones egoístas.
El
error no es tan malo, además hay una gran diferencia entre la anécdota, el
simulacro y varios etcéteras. Subrayar un libro permite algunas glosas y no siempre
se puede salir victoriosa. Las emprendedoras nos equivocamos muchas veces, yo sigo sintiendo miedo frente a un micrófono, en el teléfono cuando pido una cita o al mandar una cotización, pero no me voy a detener y todos tenemos una primera vez para todo.
Como
nota morbosa diré que escribí mi primer novela y se llama ¡Aquí hay una errata!
Un trabajo depurado por 10 años, que algunas veces mandé a una editorial sin
ningún resultado. Y por miedo vive en mi computadora, no me culpen tiene su encanto el anonimato;
además mi ego no siempre aguanta tanto fregadazo. Quizás un día, antes de
morir, pueda agregar escritora a mi biografía, no lo sé.
Sigamos
trabajando…
Sean
felices
Quizás
te interese ver
P.D.
Te doy permiso de observarme 366 días en mi camino por ser emprendedora. Va la
canción del post. ¡¡Los amo!!
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