Confesiones: todas hablan de su parto

A veces pienso que debí tomarme más fotos embarzada, dejar más huella digital de una etapa de mi vida que fue maravillosa, pero la verdad es que siempre estoy ocupada, sí, siempre. Así que el embarazo me agarró en pleno inicio de maestría mientras trabajaba en una coordinación de Doctorado y con varios (3) ataques asmáticos.


Además, bolita (así le decía a mi bb) y yo fuimos muy felices, me gustaba contarle todo, parecía una loca hablando por la calle, le contaba de los sonidos, de lo que pasaba en clase y hasta de mis miedos, tuve mucho miedo de perderla. Íbamos al cine juntas y hasta me subí a un avión solo con bolita en mi pancita, estuvimos en la playa, y sentí una presencia sin tenerla a mi lado, pero de todo ello, sólo existe mi sonrisa cada que lo recuerdo y abrazo a mi bb.

El parto lo puedo definir como chistoso, sí, suena raro, pero en ese momento de mi vida meditaba mucho sobre mis emociones y el dolor, así, que con cada contracción moría de risa, me daba mucha risa, quizás eran los nervios, quise que fuera algo tan mío, que me metí al baño de mi cuarto en el hospital. El dolor era intenso pero extraño, como calor que te recorre en forma circular una y otra vez: sude de sólo sentir.


Optamos por cesárea, estábamos cansados de la adrenalina de los ataques de asma, los principios de neumonía y la vez que un auto casi me atropella, sí, fue horrible. Me hubiera gustado el parto en agua, pero ya habíamos pasado mucho estrés a los 6 meses, cuando le pidieron elegir a mi marido entre el producto y yo, así que el parto sería “tranquilo”. Tuve que esperar unas horas, porque inexperta comí una alita de pollo camino al hospital aunque ya se me había roto la fuente.

Espere que pasaran 12 horas en mi cama mientras veía la t.v., no dilate y antes de la media noche entré a quirófano. No me dolió la anestesia, la que te ponen en la espina dorsal, de verdad, el doctor era un mago. Fue raro, sentí como hacían todo, mi marido miraba sonriente, “te va a quedar bien padre la cicatriz”, me decía, sacaron a Mayté, contaron, 1, 2 y 3 (tuvo triple circular), lloró, la conocí y la llevaron a limpiar.


Terminaron el proceso, me cocieron y llevaron a mi cuarto, quería dormir, pero todos estaban emocionados hablando afuera, fue imposible. Luego llego mi bb en su cuna, dormía, ya le habían dado un biberón, eso fue feo, pero bueno, tampoco odie a nadie porque le dieran de comer a mi hija. Horas después iniciaría con la lactancia, que fue muy complicada, pero al menos lo intentamos varios meses.

Creo fui muy afortunada. No me dolió nada, se los juro, a caso un dolor como si hubieras hecho muchas abdominales, eso es todo. La recuperación fue rápida. A la mañana siguiente ya estaba contestando el teléfono (celular) y dando indicaciones, que quieren soy así. Creo fui afortunada porque mi hija nació en un hospital privado, rodeada de gente que la ama y personal muy profesional.


He leído muchos post de mis amigas blogger sobre el parto y la lactancia, que parir es poder, cuya frase lleva implícita una diferencia con las mujeres que elegimos una cesárea. No creo ser menos madre por llevar una cicatriz, ni que mi hija tenga un trauma por la forma en que nació, para mí, lo importante es que nació sana, eso es todo. Por si preguntas, mi hija nació en el Hospital María José de la Roma y nadie me ha pagado por mencionarlo, lo recomiendo ampliamente. Y tú, ¿hablas de tu parto? ¿Tu cesárea fue tan mala?


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Besos @angymeza

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