Aprender a borrar es como aprender a besar: se
requiere de práctica, aunque parezca no tener sentido y sea un simple ejercicio
preparatorio, casi un despilfarro. Porque reflejar(se) en el silencio es
quedarse un rato a solas para refinar y corregir. Una crítica de la búsqueda de
los contornos perfectos y la sangre que espesa un cuerpo vacío; apagar el
ruido; estar dispuesta a una sustitución mental para hacer el pensamiento
claro; conversar con el escrutinio; reacomodar; intimar; el ritual de la oruga.
Esa crisálida sicótica que no desea salir del
cascaron por el miedo al naufragio, al pisar palabras en medio de la porosidad
barata y predecible del nudo, por querer salir ilesa del hueco, esa prehistoria
mental del desaseo y la torpeza de la negación aunque se tenga la cabeza
amueblada de ideas. Porque la libertad de dejar atrás lleva a una renovada
guerra sin postura intermedia, sin saber que duele más, si borrar o ser
borrada, al ser una errata.
Comentarios
Soy de los que cree que el dejar la huella de una acción que tal vez merece su eliminación, lo engrandece.
Saludos Ang Yee (como diría el viejo y conocido desconocido)
lo mismo con el (;) punto y coma en "amueblada de ideas; por el miedo al naufragio"
Besos