Con la posmodernidad esperar se volvió incómodo.
Los métodos abreviados, los accesos y excesos de atajos, las gratificaciones
instantáneas y las mercancías en liquidación de la barata de julio, muestran al
mundo tanto volátil como vertiginoso. La sobre estimulación del deseo conlleva
a querer acumular “objetos” sin demora, y el consumo es la capacidad de
desechar. Pero ese presente instantáneo y continuo, lleno de destellos, jamás
llegara a ser luz, pues la irrupción irracional de puntos de inflexión aunque
este “in” no es del todo contundente, sino sólo genera infinidad de heridas
cutáneas de momentos que seguirán doliendo. Los productos listos y los vínculos
que luego se hacen pedazos y son desechados, apuestan al olvido y
consecuentemente, a la idiotez. La propuesta: prescindir de las salidas
fáciles, los argumentos sacados de la manga y ser concientes que sólo la
complejidad logra transformaciones profundas.
Si tú eres de los que buscan todo digerido y
empacado para llevar como lunch, pasa por tu cajita feliz y prende el televisor
en el canal de las estrellas. ¡Next!
PD: Inspirada en Bauman, su ambivalencia y
desamparo.
¡Los amo!
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Besos